Es lindo pensar que nuestros hijos son perfectos, pero nada más lejos de la realidad. Ellos, al igual que nosotros, cometen errores ya sea sin intención o llevados de sus caprichos. En cualquiera de los dos casos es importante ayudarles a reconocer sus faltas y proporcionarles las herramientas para que vean los errores no como algo negativo, sino como una oportunidad para mejorar y crecer.

Oídos y corazón abiertos

La mejor estrategia es escuchar. En ocasiones no será sencillo porque te puedes encontrar muy disgustada, pero después de tomar aire, respirar y tranquilizarte es necesario que te sientes a oír lo que tu pequeño te quiera decir. Recuerda que lo que para ti es una cosa sin importancia, para él puede ser todo un drama así que debes ser empática y afectiva, escucha con atención y deja que hable.

Algo importante que todos los niños deben aprender es que sus acciones no determinan si son buenos o malos: se juzgan los actos, no a las personas. Está claro que lo que hizo estuvo mal, pero eso no lo hace una mala persona.  

Muéstrale el camino

Con mucho amor pero con firmeza debes hacerle ver a tu hijo cuál fue su error y qué consecuencias tendrá lo que haya hecho. Debes plantearle soluciones y dejar que él solo tome acciones para remediar las cosas. Por ejemplo: si desorganizó su habitación por un berrinche, no debes ser tu quien recoja todo. Él deberá encargarse de poner en orden y de limpiar. Por supuesto, hay cosas en las que le puedes ayudar pero él debe asumir la responsabilidad.

El perdón es clave

Finalmente es necesario que siempre, en todos los casos, tu hijo se sienta perdonado. No importa que tan grande haya sido su error, el perdón es una llave que además te abre la puerta de su confianza, lo anima y le da la certeza de tener una nueva oportunidad para hacer mejor las cosas.

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