La vida es una escuela en donde aprendemos sobre la marcha, de allí que algunas veces, por desconocimiento, inmadurez, premura o cualquier otra razón, cometemos errores que nos llevan a juzgarnos duramente. Aparece entonces la culpa como resultado de la creencia infundada de que debemos ser perfectos.
Este es sin duda un sentimiento que a todos nos ha tocado en algún momento de la vida, sin embargo, el factor diferencial radica en cómo lo manejamos. Algunos pasan sus días transitando en medio de esta energía densa, tomando decisiones por la culpa o desde ella y llevando consigo pesadas cargas durante mucho tiempo lo que hace que inconscientemente, se genere un autosaboteo de la alegría y del disfrute de la vida, minimizando el potencial propio hasta fracturar la autoestima. La culpa lleva a muchos a sumergirse en estados de vergüenza, tristeza, ansiedad y pena.
¡No más culpa! ¿Por dónde empezar?
Aclarar para sanar
Solo cuando entendemos lo que nos pasa, podemos actuar para enfrentarlo y superarlo. Así que el primer paso es determinar de dónde proviene esa baja vibración.
Las definiciones psicológicas de culpa son variadas, sin embargo, podemos decir que se trata de un sentimiento doloroso que aparece cuando se ha cometido una falta o se ha hecho daño (o creemos haberlo hecho) hacia algo o hacia alguien. Así, la culpa es un estado mental de lamento, reproche, reprobación y vergüenza; sin embargo, si lo vemos desde un punto de vista más objetivo, se trata de una respuesta emocional que surge de la creencia de haber transgredido las normas. Si entendemos la culpa como una emoción negativa ¡podemos manejarla!
Juicios imaginarios
Parecerán pequeños y casi imperceptibles, pero si nos detenemos a reflexionar por un momento, descubriremos que en nuestra mente se mueven impresionantes cadenas de diminutos pensamientos que estimulan emociones destructivas, alejándonos de la paz interior y la felicidad.
Así, con frecuencia, somos nosotros mismos los jueces más implacables, acostumbrados a quedarnos en el lugar de los acusados, sometidos a reproches, sanciones y el desmerecimiento que se vuelven constantes en nuestra mente. El rol de víctima se convierte en ese que elegimos consciente o inconscientemente interpretar.
La culpa nos domina
Muchos pasan su vida sumidos en “creencias limitantes”, en eventos que marcan su desarrollo emocional, pero que no son más que parte de la vida misma, como un despido laboral, un fracaso sentimental, una caída en público… hechos que en diferente medida nos afectarán, pero que hay que superar para seguir recorriendo el camino, ligeros de equipaje.
El culpar a otros es una de las opciones más facilistas, responsabilizando a los demás de las acciones propias, haciendo que sea mucho más factible caer en la depresión y el odio.
La responsabilidad como respuesta
Ten cuidado de dejarte manipular para evitar sentirte culpable. Cuando te chantajean con frases como “si te importara estarías conmigo” o “si me amaras de verdad no te irías con tus amigos”, te están obligando a asumir posiciones que no deseas o con las cuales no te sientes cómodo, haciendo que te cueste decir que no.
Tu prioridad y tu objetivo no debe ser cumplir con las expectativas de alguien más, sino ser feliz recorriendo tu propio camino. Debemos entender que depende única y exclusivamente de nosotros hacernos responsables de estos procesos mentales para superarlos rápidamente.
Y es que la culpa es un sentimiento real que no desaparecerá mágicamente, de allí que sea tan importante aprender a manejarlo, ponerle una fecha de caducidad, para que sea mucho más sencillo liberarnos, superando y sanando esos estados psicológicos.
Ponlo en práctica
La mejor manera de superar una dificultad es ser consciente de que existe para así llevar a cabo acciones reales, puntuales y útiles encaminadas a superarla.
Mediante la práctica de sencillos ejercicios es mucho más fácil interrumpir ese círculo vicioso mental que nos condena. Te compartimos uno muy sencillo que te ayudará en este proceso. Si te gustó esta información, no dudes en suscribirte a nuestra revista Ángeles, que te brinda las herramientas necesarias para vivir la paz y estabilidad que necesitas.
Asesoría: Adriana Gutiérrez Güete Angelóloga, comunicadora celestial y coach
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